sábado, 15 de noviembre de 2008

Memoria histórica


Esta tarde he estado organizando las fotos de mis antepasados. Es como investigar en mi biografía. Parte I: Antecedentes. Aquellos genes trajeron estos... Hace algunos años dejaron de interesarme las fotos familiares. Pensaba que era un intento inútil de detener el tiempo, de apresar el pasado. La imagen detenida es siempre la de una herida, la de una evidencia demasiado dolorosa para ser contemplada con calma. Mira por dónde hace unos meses me encontré con un primo segundo argentino que guarda, según dice, miles de fotos familiares. Tiene un montón de mi familia. El caso es que me ha contagiado su amor por la genealogía y he empezado a reunir de aquí y de allá mi propia colección. El intercambio fotográfico ha dado lugar a un gran cariño y amistad "a posteriori". Hemos descubierto una infancia común, o para ser más exactos, una infancia paralela, simétrica. a cada lado del Atlántico. He recibido de él incluso fotos de cartas y de notas que confirman con más contundencia, si cabe, que aquellas personas vivieron y sintieron, tirando abajo (así se dice), de paso, ciertas leyendas que, desde este lado, se empezaban a formar sobre los que vivieron al otro. Al final he terminado interesándome por saber quién es quién y seguir, a través de sus fotos, la línea que le trazó la vida. Es un trabajo de jubilados. Así que, cuando lo esté ,que tampoco falta tanto, ya lo tendré hecho. Después de toda una tarde mirando caras de muertos, llenos de vida, de alegría, de juventud, como si nunca les fuera a pasar lo que finalmente les pasó, te da una cosa... Y no es por que sean de mi familia. Ya me pasó algo parecido en otra ocasión. En una taberna muy conocida de Murcia, El Jesuso, había y sigue habiendo una foto de un grupo de hombres (sólo hombres) que posa para la cámara al pie de la proa de un enorme buque atracado en el puerto de Cartagena. Algunos sostienen en sus bocas con ostentación un cigarro puro, otros llevan muy ufanos el sombrero echado hacía atrás, la mayoría tienen una actitud de clara arrogancia y todos sonríen con una frescura y una confianza en el destino que nos parece que antes desaparecerá el barco, el puerto y Cartagena que ellos desistan de vivir. Siempre que vuelvo a ver esta foto, mientras disfruto yo también del placer de vivir, me pregunto con ironía "¿Por dónde irán?". Qué vivos y que muertos están. Parece que fue ayer, esta foto. Con mis antepasados ocurre lo mismo. ¡Que irremediable presencia mantienen! Aunque los he mirado muchas veces y sé sus nombres, qué lejanos me parecen. Cuanto más miro sus caras , sus manos, sus gestos, sus ropas, menos comprendo lo que sucede. Al final son ellos quienes me miran a mí. Me miran y callan. Y el abismo crece y crece y crece...











En fin, a ver si termino de una vez de ordenarlas y las dejo bien archivadas. Definitivamente.

3 comentarios:

Sarashina dijo...

Son unas fotos preciosas. Estas no las conocía. Qué buena recogida estás haciendo. Algún día tus descendientes te lo agradecerán. Eso espero.

Mobesse dijo...

¿A qué descendientes te refieres?

Ya me gustaría a mí agradecerles a éstos, como descendiente, muchas cosas.

Gracias, Clares

Andrea dijo...

Mobesse: ¡Cuántos sentimientos diferentes puede despertar una fotografía!
Me conmovió mucho tu relato, especialmente ese ir y venir de la vida a la muerte; del presente, al pasado, mezclado todo con el sentimiento...
Sin duda, hay una frase que utilizaste y que para mí es la perfecta síntesis de nuestro paso por este mundo: "Qué vivos y qué muertos están".
¡Excelente!
Saludos desde Argentina...
Andrea