jueves, 8 de mayo de 2008

Soy linuxero ubuntero



Hace ya algunos años, cansado de la dependencia de Windows, de las constantes instalaciones, reinstalaciones y actualizaciones, parches, virus, antivirus, etc., que había que estar haciendo, sin contar los continuos cuelgues, con el consiguiente apagado y encendido de la máquina, me pase al sistema operativo llamado GNU-Linux,

Linux me ofrecía estabilidad, permanencia, gratuidad y estaba mantenido, a grosso modo, por una comunidad de personas para las que la palabra propiedad tenía otro significado.

Linux era eso que decían y más. Me costó un poco aprender y habituarme, pero mereció la pena. Empecé con Mandrake (ahora Mandriva) que era la distribución de GNU-Linux ideal para principiantes, aunque yo quería llegar hasta Debian, la distro más auténtica, la más pura, la más acorde con los principios del software libre. Después pasé a Guadalinex, una distro basada en Debian y, cuando Guadalinex empezó a seguir los pasos de la imparable Ubuntu (basada, cómo no, también en Debian) me pasé a Ubuntu. Y aquí estoy.

La comunidad (así se le nombra) que sostiene Ubuntu es increíble; actualizaciones automáticas (basta que les des tu permiso) limpias y rápidas de todas las aplicaciones y del sistema. Además, cuando aparece una nueva versión tienes la posibilidad de sustituir la vieja con un simple clic. Todo queda en su sitio, tal y como tú lo tenías. lo único que suele cambiar es la configuración del fondo del escritorio. Debe de ser para que te enteres del cambio