sábado, 7 de marzo de 2009

Krishnamurti en Internet

Hace muchos años, rebuscando entre los anaqueles de una conocida librería de Murcia, reparé en una especie de catecismo oriental titulado A los pies del maestro y escrito por un tal J. Krishnamurti. Me pareció, después de hojearlo, una especie de "Camino" en versión hindú, así que lo dejé donde estaba con cierta aprensión; siempre he desconfiado de todo lo que huele a gurú.

Algún tiempo después leí no sé donde que un tal Krishnamurti había dejado plantada a no recuerdo qué Sociedad Teosófica, presidida por la espiritualista (para mí maga y oscurantista) Helena P. Blavasky que lo había descubierto como un nuevo avatar y que se había encargado de su educación para que convertirlo en el nuevo Lider Espiritual de la Humanidad, o algo así. Al parecer, el muchacho, Jiddu, escribió aquella obrilla religiosa para contentarlos y luego los mandó a tomar viento, diciendo que la religión era una engañifa. Así era como interpretaba yo y resumía burdamente toda la historia que me había llegado de oídas. El caso es que me fui derecho a la conocida librería de Murcia y me hice con los dos primeros títulos de Jiddu Krishnamurti que Edhasa había empezado a publicar. Así descubrí a Krishnamurti.
Desde el primer momento me fascinó su método, parecido al socrático, con el que iba desmontándote todo el universo mental hasta dejartete, sin defensas frente a ti mismo. Sus disertaciones y conferencias, a veces con intervención del público, eran verdaderas sesiones de Iluminación inducida, aunque a mí nunca se me llegó a encender la bombilla. Todas las lecturas eran intentos desesperados de llegar a ese punto de atención completa, que K. proponía, para alcanzar a ver las cosas como realmente son. Buscaba, quería llegar a !la Comprensión Total¡

Sin embargo, cada nuevo libro suponía un nuevo fracaso y la vuelta al principio. A pesar de todo no me desalentaba y, en cuanto aparecía un nuevo título, volvía a la carga.
Tardé bastante tiempo en darme cuenta de que aquella férrea determinación mía por comprender las palabras del maestro estaba diametralmente en contra de con lo que decían esas mismas palabras.
Así que siguiendo la enseñanza de Khrishnamurti dejé de seguir la enseñanza de Krishnamurti.

Encontré, entonces, Krishnamurti: Los años de Plenitud, la segunda parte su biografía, escrita por su amiga y colaboradora Mary Lutyens. Fue mi metadona particular para desengancharme de una relación intensa que había terminado en un rotundo fracaso. Además me proporcionó la justificación perfecta a mi absoluta incapacidad de llegar al fondo de su mensaje; K era un ser excepcional, distinto, desde su infancia, al resto de los mortales entre los que me hallo. Descubrió el truco del trampantojo de la vida a la primera, mientras que nosotros, cuanto más miramos, menos vemos. Abandoné. Ni siquiera me preocupé de buscar la primera parte de la biografía de M. Lutyens.

Ha pasado mucho tiempo desde que terminé de leer K, Los años de plenitud y lo guardé cuidadosamente entre los demás libros de mi biblioteca, sección: grandes biografías. Ahora me encuentro en La melancolía de un ladrillo una entrada dedicada a Krishnamurti. Descubro además que en la Red están prácticamente todas las grabaciones que se hicieron de sus conferencias y conversaciones con destacadas personalidades de la ciencia y la psicología. Suena de otra manera, menos místico, menos misterioso que antes, pero mucho más profundo y natural.

Como ya habréis visto los vídeos que hay colgados en La melancolía, os dejo aquí el primer capítulo de su biografía y los enlaces de los restantes (9 en total)



Biografía 2

Biografía 3

Biografía 4

Biografía 5

Biografía 6
Biografía 7

Biografía 8

Biografía 9