lunes, 7 de mayo de 2012

Fin de "La Cosa (que da)"




Sabéis los amigos que cuando me jubilé, y aún antes, no proyecté nada nuevo ni especial para este especial y nuevo estado improductivo. Es decir, no tenía expectativas. Incluso me di un año de plazo para no hacer absolutamente nada distinto de lo que he venido haciendo toda mi vida o, por lo menos, los últimos treinta años. El único cambio se reduciría a disminuir la prisa y las molestias de tener que ir a trabajar y aumentar la cantidad de tiempo perdido. Pues bien, esa decisión o no-decisón, era la más peligrosa de todas las que cabía tomar.

A lo largo de este año de jubilado pensionista que llevo, se han dado, al parecer, las condiciones para que la simple lectura del último libro, se haya convertido en la aventura, al principio divertida, de remontar mi vida, etapa tras etapa y de comprender que todo era como parecía ser, pero justo al revés. Ahora comprendo las abundantes paradojas que plantea Žižek en todos sus libros y que podría reducir a que lo extraordinario es lo normal y lo normal es lo verdaderamente extraordinario.

Hace unas semanas escribí algo para subirlo al blog a propósito de los acontecimientos políticos, económicos y sociales que se están desarrollando de forma acelerada a raíz de la dichosa "crisis". Como ni yo mismo sabía lo que quería decir, lo dejé sin terminar y no lo subí al blog. Ahora, que ha llegado el momento de cerrar "La Cosa (que da)", lo voy a encajar aquí mismo por si alguien duda de lo barata que es mi filosofía.



Filosofía autodestructiva

De forma natural el ser humano, nace filósofo. No me refiero a la resistencia que opone a ser moldeado como humano, a aceptar el "principio de realidad", conocido y descrito por el psicoanálisis, sino a su curiosidad innata por todo y a su cuestionamiento de todo. La infancia es la edad del "por qué". ¿Por qué vuelan los pájaros? ¿Por qué si me mancho la camisa no puedo ir a ver a la abuela? Ya sé que también se podría decir que los niños son científicos o artistas por naturaleza. No hay más que ver sus dibujos, la facilidad para adoptar papeles dramáticos en sus juegos o cómo les gusta experimentar con el agua, con el fuego o con la corriente eléctrica. Pero, creo que no es lo mismo. En este caso se trata solo de un modo propio de aprendizaje que se da también en los cachorros de los animales llamados superiores. Que un niño o niña se cuestione el orden social es mucho más llamativo.

Yo, por ejemplo, recuerdo perfectamente cuándo empecé a sentir una gran extrañeza sobre lo que se me venía encima ¿Por qué el mundo tanía que ser así y no de otro modo? Me preguntaba a mi mismo (ya tenía conciencia de que no todo se podía preguntar a los mayores) ¿Por qué era todo tan endemoniadamente complicado? Ya que estábamos aquí -pensaba-, en la vida (no siempre me parecía esto una suerte) por qué no estaba todo encaminado a hacer la estancia más feliz, más agradable para todos? Tampoco teníamos tantas necesidades: comer, vestir, un techo y poco más. No entendía por qué los mayores se complicaban tanto la vida. Todo ese entramado de obligaciones y prohibiciones me parecía completamente absurdo. Y, aunque según dicen, era un chico bastante dócil y obediente no he dejado nunca de estar en desacuerdo con la humanidad (me pasa un poco como a aquella joven cartegenera a quien el homo sapiens la había defraudado)


Cuando se echa un vistazo a la historia de la filosofía occidental, llama la atención que ya los griegos se plantearan cuestiones parecidas a las nuestras y que la mayoría de los grandes filósofos hayan sido influenciados fuertemente por el pensamiento de los primeros griegos. Han sido más o menos tres mil años de darle vueltas a las mismas cuestiones. Sin el menor éxito, por otra parte. ¿Es hoy el género humano más moral? ¿Se ha puesto de acuerdo en lo que debe de ser tomado como verdad? ¿Tenemos algunas certezas sobre los límites del conocimiento? ¿Tienen algún valor el conocimiento, la cultura, el arte, visto lo visto? ¿Es civilizada una sociedad que es capaz de un genocidio insoportable para la comprensión humana? ¿Es racional un sistema basado en la explotación humana? Después de cinco mil años de historia, tres mil de clasicismo o dos mil años de cristianismo, de revoluciones, de guerras, de conquistas, se ha conseguido algo importante? ¿Por qué?

Parece que la solución no hay que buscarla en la filosofía, en el saber, en el conocimiento humano, ni en las leyes, en la cultura o en la civilización. A mí me parece más bien que "eso" es el problema. Todo lo que sale de la mente humana está podrido de antemano. El pensamiento mismo es útil en muy pocos casos y destructivo en todos los demás. Todo lo que el pensamiento ha producido, conceptos, ideas, lenguaje, sirve para muy pocas cosas; para todo lo demás sólo nos ha traído sufrimiento y tristeza.

Pongamos por caso la idea de libertad. Siempre ha servido para diferenciarnos de los animales. Los animales no pueden ser libres porque no pueden elegir. El ser humano, en cambio tiene libre albedrío, puede elegir entre esto y aquello. No sé que desventaja tiene el hacer las cosas siempre bien (los animales se han adaptado al medio durante millones de años) sin elección o hacer las unas veces bien y otras mal por elección. Sin embargo esto no pasa de ser una falacia. Si alguien elige hacer las cosas mal es, se nos dice, por desconocimiento, porque toma lo uno por lo otro, porque cree que es bueno lo que resulta ser malo para él. Bien, diremos que el ignorante no es libre. Pero ¿es alguien ignorante fatalmente o lo decide él mismo? No voy a seguir por este camino que implica muchos términos falsos contradictorios o simplemente inexistentes. Para mí que los humanos somos menos libres que los animales, pues ellos depende de sólo de su naturaleza y los seres humanos dependemos de nuestra naturaleza y además de nuestro pensamiento, que tampoco es libre, pues que yo sepa nadie puede pensar lo que quiera, sino lo que resulta que piensa.


Parece que estoy metido en un buen atolladero. ¿Y los otros no?

Podría haberme sentido muy pronto un bicho raro, pero la verdad es que era yo quien veía raros y absurdos a los demás. Por ejemplo, me parecía completamente idiota que mis compañeros discutieran acaloradamente todos los lunes el número y forma de los goles que habían metido o encajado sus equipos de fútbol. ¡Como si aquello tuviera alguna importancia!


La casualidad y la curiosidad me empujaron hace un mes a dar el paso de inscribirme en un retiro budista-zen, de lo que estuve arrepintiéndome casi hasta momentos antes de concluir el propio retiro.
Allí me encontré con un compendio de todas las cosas que no me gustan, incluso algunas que no soporto. Había un monje joven y dos bodisatvas que me desagradaron especialmente, pues me hicieron retroceder, junto con las comidas en relativo silencio, a épocas de mi vida de las que no he dejado de renegar ni un solo día. En ese estado de intranquilidad nos sentamos unos seis o siete periodos de media hora sobre un cojín, llamado zafu, con las piernas cruzadas y mirando a una pared, durante los cuales no había que hacer "nada" y sabiendo que todo aquello no serviría para "nada", como nos había advertido el maestro que nos instruía, maestro zen Dokushô Villalba roshi.

La sesión final fue muy emotiva, con un muestrario de emociones de todo tipo, tan dispares como aparentemente somos todos. En mi caso, no he sabido todavía explicarme qué me había ocurrido (en el caso de que me hubiera ocurrido realmente algo y no una mera autosugestión). Lo que sí puedo afirmar es que algunos comportamientos habituales habían desaparecido o habían sido sustituidos por otros. Quizá se trate de un cambio en la cadena significante. Eso significaría que sentarse en silencio a observar al observador tiene sus consecuencias.

Una de ellas bien puede ser el final de LA COSA...

martes, 17 de enero de 2012

El siglo del Yo




Algunos contemplamos, paralizados por el asombro, la indiferencia o el pasotismo con que  la gente asiste al desmantelamiento del Estado y de las instituciones o servicios públicos. ¿Qué tiene que ocurrir ‒oigo a menudo‒   para que el pueblo se levante del sofá y diga ¡basta!? No sabemos si la corrupción a chorros a todos los niveles es algo inherente a una democracia de baja calidad o es la tópica punta del iceberg del desmoronamiento total de una sociedad a manos del capitalismo y su voracidad infinita.

Una explicación bastante pormenorizada de esta atonía (in)social la encontramos en el documental que os quiero presentar con diez años de retraso.

Hace casi un año colgué un vídeo en este blog a modo de ilustración de lo que decía en la entrada y añadí una breve información sobre el vídeo. Era  incorrecta. Yo mismo he sido víctima del error y desconocía el tal vídeo en su totalidad. No se trataba de uno más de tantos vídeos colgados en Internet, sino de un "impresionante" documental,  The Century of the Self, escrito y dirigido por Adam Curtis para la BBC quien en 2002 lo emitió en cuatro capítulos de una hora aproximadamente de duración.    


Copio de otro blog esta introdución al documental que podéis completar pinchando en el enlace.

"The Century of the Self es un magnífico documental que nos cuenta con detalle cómo se ha aplicado el psicoanálisis al mercado y a la política: desde las teorías freudianas sobre la oscura naturaleza humana hasta las últimas campañas de marketing político. Durante el siglo XX se ha manipulado a la sociedad haciéndole creer que era cada vez más libre para elegir en un mercado que, de hecho, se había retorcido y distorsionado con el objeto de mantenerla controlada y consumiendo como si fuera ganado estabulado. La herramienta fundamental para lograr que la sociedad respondiese a los imperativos de este nuevo mercado de masas fue el psicoanálisis y sus derivados."

Al parecer, no se ha vuelto a emitir en el Reino Unido (y en España, que yo sepa, nunca), por lo que, según he leído, "desde entonces se ha vuelto un fenómeno underground y a través del boca a oído (y de Youtube) ha llegado a ser visto y discutido también fuera del Reino Unido."

En casi todas las páginas que he visitado se elogia ampliamente este documental, llegando a ser calificado como cumbre del periodismo documental.

En la página que Wikipedia dedica a Adam Curtis podéis encontrar más información y enlaces a otro tipo de opiniones sobre él, como el artículo titulado "Una aproximación a Adam Curtis en la era del sofismo audiovisual", publicado por un engendro típicamente posmoderno, o el publicado en Libertad Digital, para completar vuestra información y alcanzar un grado más de confusión en este confundido (no confuso) mundo.

Los cuatro capítulos me parecen interesantísimos. No dicen nada que no supiéramos o sospecháramos ya, pero la visión de conjunto, la acumulación de pruebas y la evidencia de que este documental, diez años después de ser realizado, goza de actualidad y total vigencia dan una idea muy clara de todo lo que está ocurriendo en Europa y en el mundo, especialmente desde el inicio de la crisis, y hacia dónde se nos quiere llevar. Me he decidido a enlazarlos desde aquí y a colgarlos para vosotros sólo para cumplir con mi deber moral de difusor, del ¡pásalo!  Hay además algunas temas como la manipulación de los deseos inconscientes por parte de las empresas de publicidad y los departamentos de propaganda, la consideración por parte de las élites políticas y financieras de que las masas son "estúpidas" o el cuestionamiento de la libertad personal, así como algunos mensajes que deberían ser considerados y debatidos en los foros de indignados para poder comprender de dónde viene tanta pasividad social y poder hacer algo al respecto. Como ejemplos he copiado esta palabras de Margaret Thatcher que cobran todo su significado precisamente ahora, veinte años después:
Algunos socialistas parecen creer que las personas debería ser números en un Estado computerizado. Nosotros creemos que deberían ser individuos.Todos somos individuos. Nadie, gracias a Dios, se parece completamente a otro. Sin embargo, muchos de los Socialistas pueden pretender lo contrario. Y nosotros creemos que todo el mundo tiene el derecho de ser diferente. Pero para nosotros, cada ser humano es igualmente importante. El derecho del hombre a trabajar como desee, a gastar lo que gana, a ser dueño de sus propiedades. A tener al Estado como sirviente y no como amo. Son la esencia de una economía de libre mercado, y de esa libertad, dependen todas nuestras otras libertades.

Muchos políticos desde entonces se han encontrado con esta amarga "realidad": la gente es imbécil.
Robert Reich, miembro del gabinete de Clinton 1993-1997 nos dice en el último capítulo:
Dick Morris y los encuestdores habían ganado. Y con eso quiero decir que las personas que finalmente alcanzan la preisdencia moldean la mente del presidente, para que vea a los electores tan solo como una colección de deseos individuales que deben ser alimentados y halagados. Esto sugiere que la democracia no es nada más, y no debería ser nada más, que halagar estos inesperados y primitivos deseos. Primitivos en el sentido de que no son siquiera necesariamente conscientes, tan solo lo que quieren para lograr su satisfacción personal.

Y para terminar las palabras finales del guionista:
Y esto significaría desafiar la actual visión freudiana dominante de seres humanos, de individuos dirigidos por instintos egoístas. El cual es un concepto de los seres humanos que ha sido adoptado y fomentado por las empresas porque produce consumidores ideales. Aunque sentimos que somos libres, en realidad, nosotros, al igual que los políticos, nos hemos convertido en esclavos de nuestros propios deseos. Nos hemos olvidado de que podemos ser más que eso. Que hay otros aspectos en la naturaleza humana.

Os dejo aquí los enlaces a Youtube de los cuatro capítulos con subtítulos en español (con alguna que otra falta de ortografía) y para los que sepáis inglés americano otros tantos enlaces a los mismos capítulos. También os he puesto un enlace a mi dropbox para que os los bajéis directamente.














Descargar:


Capítulo 1     Capítlo 2     Capítlo 3     Capítlo 4