lunes, 20 de septiembre de 2010

Jubilado. Pero sólo por la mañana.


Se acabó la cuenta atrás de la jubilación. Ya está. Ya estoy jubilado. Pero no noto nada especial. Es decir, algo sí, pero sólo por las mañanas, en horario escolar.

Se acabó también The Wire (última temporada, último capítulo). Me he quedado con un sentimiento profundo de melancolía, pura tristeza, por esos personajes que, vivos o muertos, se han ido para siempre, y porque el último capítulo, sobre todo los últimos treinta minutos, es una obra maestra de final. Al contrario que este blog, que ni acaba, ni deja nunca de acabar. Una y otra vez resucita de entre las sombras, sin recobrar nunca la salud. Es normal que así sea, si tengo en cuenta mi natural inconstancia y volubilidad que me lleva de aquí para allá, del blog a la lectura o el cine, y de aquí a la agricultura deportiva, la caligrafía china o la simple ensoñación.
Higuera de pocas brevas llamó con mucho acierto a esta Cosa Thorton, el del club. Ya me conformaría conque así fuera y conque, al menos alguno de estos escasos frutos, se asemejara, aunque de lejos, en sabor y dulzura a los que producía la higuera invernal de Le garçon des figues, el segundo cuento de "Princes et Princesses" de Michel Ocelot, que os he colgado abajo.

Se intentará.




Después de estar escuchando durante todo el mes de agosto las excelencias literarias del Sueño del Pabellón Rojo de Cao Xuequin, me ha sido imposible no sucumbir a esta provocación "subliminal"... Ya voy por el capítulo XXII. Efectivamente no se trata de una obra entre tantas. He tenido, al leerla, la misma percepción de grandeza y profundidad que tuve con Moby Dick, o con el Ulises de Joyce, y el mismo placer lector que me produjo La Montaña mágica. Es de lo mejor que he leído en los últimos cincuenta años. El caso es que ha sido una suerte encontrármelo, porque a estas alturas ya no leo ninguna cumbre que esté por debajo de los diez mil.

Otro asunto que me tiene bastante absorbido es el viaje alrededor del mundo de mi querida amiga Wilma. O el viaje "a través de los mil mundos".
Wilma ha estado ahorrando y preparando este viaje durante años y ahora, en su año sabático lo está llevando a cabo. Yo, que no entiendo muy bien para qué viaja la gente, estoy disfrutando muchísimo de las crónicas que va colgando en su blog La casa KaraKool. Son relatos directos, frescos, muy naturales, aunque todos sabemos que la naturalidad es lo más difícil de conseguir en cualquier clase de expresión. La verdad es que me tiene asombrado ese deseo casi imperativo de presenciarlo todo. Sin embargo, Wilma no necesita viajar, ni viaja con ningún fin ajeno al propio viaje. Creo que Wilma viaja no por deseo, sino por fe. Y con la fe, ya se sabe, o se tiene o no se tiene. Wilma tiene una fe en la vida a prueba de kilómetros. Por eso viaja.

Os he dajado ya el enlace a su blog y aquí, en este
sitio donde podéis ver, sobre el mapamundi (Wilmamundi) o sobre los mapas de distintos países el recorrido que está haciendo.

Que lo disfrutéis